sábado, 7 de agosto de 2010

Vinculan lesiones musculares al uso prolongado de la computadora.


Los problemas más comunes ocasionados por los esfuerzos repetitivos son los dolores de espalda, cuello y hombros.

Por: Sarah Pérez Barnes
Diariosocialrd.com


Santo Domingo, R.D.-Según los resultados de una investigación llevada a cabo por el Instituto Argentino de Ozonoterapia (IAOT), el 65 por ciento de las personas que pasan alrededor de ocho horas trabajando en la computadora padecen trastornos de ansiedad, `problemas visutales, dolores de espalda, cuello y hombros.
La información aparece publicada en la revista Pro-Salud News, en la cual se explica que una persona que agota una jornada de trabajo de cinco días a la semana, a razón de 8 horas diarias - más o menos- lleva a cabo entre 12 y 33 mil movimientos de cabeza y ojos y alrededor de 30 mil pulsaciones en el teclado.

Cuando se utiliza la computadora sentado en una silla incómoda, en una mala posición, forzando el cuello, los hombros,  la cabeza y sin descanso; el cuerpo comienza a manifestar su protesta a través de dolores musculares que,   en principio, se localizan en la zona inferior de la espalda, en las cervicales, el cuello, los hombres, las piernas y las manos.

CAUSAS DEL DOLOR:

Generalmente, las personas pasan muchas horas frente a la computadora en una posición incorrecta: mantienen la columna flexionada y no del todo apoyada, en asientos pequeños, sin espaldo y rígidos en extremo; colgando los pies y los brazos  y el cuello fijo. La columna, y los músculos para-vertebrales que se ubican al costado de la misma se agotan y se manifiesta el dolor.

UN CÍRCULO VICIOSO:

El dolor producido genera un reflejo que aumenta la contractura y se puede originar una  inmovilización de la zona afectada por el mismo organismo y se crea una especie de círculo vicioso de mala postura-contractura muscular-dolor-rigidez.

TRATAMIENTO:

El doctor Norberto Debbag, médico deportólogo y cardiólogo explicó que cuando esta situación se prolonga demanda tratamiento y ante la ausencia de lesiones más severas (que deben constatarse a través de estudios de diagnóstico por imágenes) una opción es la ozonoterapia.

Deebbag dijo también que "se trata de un tratamiento complementario empleado con frecuencia en Europa y Estados Unidos en el cual  (de acuerdo al grado de molestia, el cuadro que se presente y la zona afectada) el paciente es  sometido  a cierta  cantidad de sesiones en las cuales mediante la acción analgésica-antiinflamatoria se mejora la circulación local  y se favorece la oxigenación de los tejidos y la relajación del músculo.

REPETICIÓN Y EL TRABAJO EN CASA:

Cada vez es más frecuente que determinados días a la semana los empleados permanezcan trabajando en sus hogares; pero esta conducta puede ser un arma de doble filo;  ya que al tener una computadora en el hogar se  tiende a continuar la labor sin dejar tiempo  para el  esparcimiento. Además, las personas suelen continuar repitiendo las conductas de la oficina: mucho tiempo frente a la PC y manteniendo una mala postura.

Cuando como consecuencia de la reiteración de movimientos pueden surgir lesiones denominadas "de estrés repetitivo, " entre las cuales se destaca la de túnel carpiano (sistema localizado en las muñecas y conformado por ocho huesos pequeños),  por el que pasar un paquete de ligamentos, tendones y nervios que mueven los dedos y  se comunican con el cerebro, el cuello y los brazos.

Si el nervio es presionado por inflamación de los tendones y la persona comienza a sentir entumecimiento, dolor en el brazo y la mano quiere decir que se está produciendo el "Síndrome del túnel carpiano".

También sufre la cabeza:

Cuando el trabajo se torna  rutinario y  pesado esos efectos no solo se sienten en los huesos y músculos, sino también en la cabeza.  Por eso, los trastornos de ansiedad son más frecuentes entre los trabajadores que están en relación de dependencia, por las presiones laborales a que están sometidos son mucho mayor.
PREVENCIÓN:

  • Regular los controles del monitor para mejorar su visibilidad, de modo que se reduzca el brillo al mínimo confortable y se mejore el contraste.

  • Descansar la vista cada dos horas durante al menos 10 minutos, o cada vez que se sienta cansancio visual.

  • Durante estas pausas, observar objetos lejanos y cercanos de manera alternada para quitar tensión al nervio óptico y permitir que se relaje y descanse.

  • Mantener los párpados cerrados durante algunos segundos para que los ojos se humedezcan. Si esto no es suficiente, se pueden utilizar lágrimas artificiales.

  • Trabajar en una habitación bien iluminada, esto es, en aquella en donde la fuente general de luz sea mayor que la del monitor.

  • Cuidar que la iluminación no se refleje en la pantalla; de hecho, no debe estar ni detrás ni enfrente del usuario.

  • Limpiar con frecuencia el monitor para evitar manchas y distorsiones.

  • Mantener una distancia de 40 a 60 centímetros entre ojos y monitor.

  • Evitar que haya humo, y procurar que la habitación esté ventilada para erradicar elementos irritantes.
Del mismo modo, los expertos aconsejan revisiones periódicas de la vista para comprobar el seguimiento de estas medidas y, ante todo, para detectar algún problema ocular que no se haya diagnosticado con anterioridad, pero que con el uso de la computadora se haga evidente, como astigmatismo (deformidad de la córnea que genera visión borrosa) e hipermetropía (incapacidad para enfocar objetos cercanos).

CORREGIR MALAS POSTURAS:

Otro hecho importante consiste en adoptar adecuada posición corporal que evite tensión en espalda, hombros y cuello, los cuales son responsables de dolor de cabeza y molestias musculares. También se recomienda efectuar algunos ejercicios que relajen nuestro cuerpo y, de alguna manera, eliminen al estrés.
Los consejos al respecto son los siguientes:
  • Mantenga la espalda recta al trabajar, procurando que los hombros permanezcan relajados, los codos doblados a 90º y las muñecas rectas para que los antebrazos queden paralelos a la mesa. Ajuste la altura de su silla y mesa para ayudarse a conseguir esta posición.

  • Puede valerse de apoyabrazos para el teclado y ratón (mouse), ya que son buenos para relajar las muñecas.

  • Coloque el monitor a la misma altura que su cabeza, a fin de que el cuello no se tense.

  • Procure teclear suavemente para no forzar las muñecas, y no apriete el ratón, ya que se tensa el antebrazo.

  • No permanezca más de una hora sentado sin moverse: levántese y camine un poco.


  • Beba agua, ya que además de beneficiar su salud, el exceso de líquido provocará que sus necesidades fisiológicas le obliguen a ponerse de pie y a desplazarse más de lo habitual.

  • Durante sus descansos, gire las muñecas y hombros con suavidad, mediante movimientos circulares.

  • Es muy recomendable que se estire, haga algunas sentadillas, mueva sus brazos, piernas y cuello; también puede realizar entre 5 y 10 respiraciones profundas. Si le da pena hacer esto en su lugar de trabajo, acuda al baño o a una zona de poco tránsito y realice sus ejercicios. 

¿Qué es aprender?


Aprender es adquirir, manejar y reproducir información, proporcionando respuestas a situaciones nuevas o modificando respuestas anteriores. Aprender significa una modificación de la conducta, osea, ser capaz de actuar en forma distinta a la anterior, frente a un problema. En otras palabras, el aprendizaje es un proceso activo y complejo que cambia tu manera de pensar, sentir y actuar en función de metas precisas.

Aprender requiere de una constante fuerza motivadora interna para que se realice. Si no sientes interés, osea si no estás motivado para la acción, todo tu esfuerzo se perderá en la nada. Por lo tanto, es fundamental que clarifiques las metas que te has propuesto y decidas cumplirlas. Podrás darle preferencia a alguna y proponerte lograr las otras a continuación, pero, en todo caso, ten presente que   toda actividad sin un propósito definido que te comprometa está destinada al fracaso.  

Trata de conocer tus propias habilidades, limitaciones y necesidades personales en el campo de los estudios, establece claramente qué es lo que te propones lograr y luego dedícate a ello con ahínco.

Comprende que el aprendizaje debe ser profundo, ya que, efectuado superficialmente no tiene validez y significa un derroche de tiempo y esfuerzo. Si asimilas verdaderamente lo estudiado y no te conformas con haber memorizado ciertas materias para pasar un examen u obtener una nota, sino que lo aprendido pasa a ser parte de ti mismo, entonces se produce el "crecimiento interior" que te dará dominio sobre algún aspecto de la vida. Esta clase de crecimiento debe producirse en todas las etapas de tu existencia y llenar todo tu ser. Aprender es, en cierta manera, cambiar hacia algo mejor. Te invitamos a aprender, es decir, a "cambiar creciendo interiormente".











                  

¿Qué significa ser buen estudiante?

El buen estudiante se caracteriza por ser una persona que:

  1. Se comunica facilmente con sus profesores y compañeros, incluso con las autoridades.
  2. Comprende claramente lo que se espera de él como miembro de la institución educacional a que pertenece.
  3. Conoce el medio en que debe actuar, tanto en su estructura física, como en su organización.
  4. Asume responsablemente sus obligaciones escolares y experimenta satisfacción personal al cumplirlas.
  5. Participa activamente en trabajos de grupo, asumiendo el rol que le corresponde con una actitud positiva.
  6. Desarrolla actividades electivas o extraprogramáticas tendientes a enriquecer su propia formación.
  7. Aprovecha los recursos disponibles y sabe como procurarlos cuando faltan.
  8. Sabe a quién acudir para resolver problemas de diversa índole (estudios, adaptación, salud, etc.)
  9. Participa como miembro integrante de la institución a que pertenece, y . . .
  10. Se autoanaliza periódicamente para valorar los progresos que ha hecho y las limitaciones que aún debe superar.
La imagen que surge de este Decálogo del Buen Estudiante es ideal y, naturalmente, difícil de lograr en su totalidad. Sin embargo, esta descripción constituye un desafío al que todos los estudiantes debieran responder para convertirse en "artistas", o verdaderos "artífices" de su propia personalidad.

En la nueva sociedad del conocimiento, la educación hace la diferencia.

La nueva ciudadanía
En las últimas décadas de este siglo asistimos a una serie de procesos que configuran lo que indudablemente puede reconocerse como un cambio de era. La era industrial nacida a la luz de la Revolución Francesa, de la revolución científica y de la revolución industrial, está dando paso a otra era ¿posmoderna? ¿posindustrial?. Hoy el problema es cómo se construye una opción superadora, cómo se construye la nueva democracia. ¿Qué nueva forma debe adoptar hoy “el gobierno del pueblo para el pueblo”? ¿Qué condiciones humanas deben desarrollar quienes serán los ciudadanos de esta nueva sociedad?
Surge así una nueva ciudadanía. Y serán nuestras escuelas, nuestro sistema de educación pública, el que tendrá que hacerse cargo de esta tarea.
La sociedad del conocimiento
Un rasgo indudable de esta nueva era es la importancia sin precedentes que adquiere el saber científico tecnológico. Son claras las tendencias que indican que ingresamos en la “era del conocimiento”. Como dicen los Toffler: “Todos los sistemas económicos descansan sobre una ‘base de conocimientos’. Todas las empresas dependen de la existencia previa de este recurso, de construcción social. A diferencia del capital, el trabajo y la tierra, aquél suele ser desdeñado por economistas y ejecutivos cuando determinan las aportaciones precisas para la producción. Y, sin embargo, este recurso es el más importante de todos.” (Toffler, 1995)
Es el más importante porque es el más humano. Porque sólo conoce (aprende) el ser humano, pero también porque “el conocimiento tiene virtudes intrínsecamente democráticas. A diferencia de las fuentes de poder tradicionales (la fuerza, el dinero, la tierra) el conocimiento es infinitamente ampliable. Su utilización no lo desgasta sino que, al contrario, puede producir más conocimiento. Un mismo conocimiento, puede ser utilizado por muchas personas y su producción exige creatividad, libertad de circulación, intercambios, críticas constructivas, diálogo. Todas ellas condiciones propias de una sociedad democrática” (Tedesco, 1995)
Una “sociedad del conocimiento” se perfila, entonces, como una forma social superadora de las actuales, a condición de que el conocimiento - que es la base - sea un bien que está disponible para todos. Esta es la nueva sociedad. Mucho conocimiento al alcance de todos, distribuido de tal manera que garantice igualdad de oportunidades.
¿Cómo se logra? A través de un sistema escolar que sea el encargado de garantizarlo, al cual toda la sociedad le dé no solamente el mandato de hacerlo, sino también los recursos para lograrlas.
La ética de la solidaridad
Pero no se trata del conocimiento como valor último, ya que este tipo de prácticas está desnudando rápidamente sus falencias en temáticas tan actuales como la clonación. Conocimiento dentro de una sociedad ética, con altos valores que construyan lo ‘público’ como un espacio donde se resguarde realmente el bien común y la dignidad de todo ser humano.
Una sociedad ética y solidaria, ya que solidaridad es lo mismo que responsabilidad, y ésta se traduce en compromiso ético ante la historia. Una sociedad ética es una sociedad regida por la solidaridad. La solidaridad expresa la condición ética de la vida humana. La regla de oro que constituye la norma moral básica, no es más que el desarrollo enunciativo de la solidaridad: “Haz por los demás, lo que quisieras que hicieran por ti”.
A lo largo del desarrollo de la humanidad, el instrumento pacífico más potente para lograr esto ha sido la educación. La educación rompe el círculo vicioso de la pobreza, ya que es el determinante fundamental del empleo y desde allí, del acceso a todos los bienes materiales y culturales que la sociedad ofrece.
La nueva educación
Las dos condiciones básicas que parecen importantes frente al futuro: conocimiento y valores, se distribuyen desde el sistema educativo, desde las escuelas.
Es así que “la profundidad del proceso de cambio social que tiene lugar actualmente nos obliga a reformular las preguntas básicas sobre los fines de la educación, sobre quiénes asumen la responsabilidad de formar a las nuevas generaciones y sobre qué legado cultural, qué valores, qué concepción del hombre y de la sociedad deseamos transmitir” (Tedesco, 1995).
Esto es lo que hace hoy a la escuela democrática. Una escuela que ponga al alcance de todos los habitantes del país, sin distinción de riqueza, raza o religión, el conocimiento y los valores necesarios para participar en una sociedad competitiva y solidaria.
La educación hace hoy la diferencia porque su doble función apoya los dos requerimientos importantes de la futura sociedad: el conocimiento resguarda la competitividad; la equidad resguarda la integración.
Más educación significa por ello mayor competitividad y mayor integración social.

2. De las reformas a la transformación: un nuevo paradigma

De las reformas a la transformación
Como consecuencia de las transformaciones económicas, de los cambios en los modos de producción, de los procesos de globalización de la economía y de la cultura, una respuesta común que aparece en todas las latitudes son las reformas de la educación. Pero los frutos no han sido los esperados. Su común denominador está siendo su dificultad para abrirse paso, cuando no su fracaso
¿A qué se debe esto? Las fuertes transformaciones de la sociedad global están dejando en claro que este fin de siglo está suponiendo un cambio total de reglas de juego, un cambio de paradigma. En el caso de la educación quizás el fracaso se deba a que las respuestas tienden a sostener una mirada retrospectiva más que a inventar una propuesta prospectiva. Y esto es grave ya que a pesar de que estas respuestas prospectivas existen en otras áreas, en la educación parece que se prefiriera una respuesta que se acerca a más de lo mismo. Nos limitamos a expandir y replicar el modelo clásico de la escuela del siglo pasado (más bien del siglo ante-pasado, del siglo XVIII, que a esta altura, ya casi es del siglo ante-ante-pasado!), modernizándolo con materiales didácticos y, sobre todo, incluyendo la mayor cantidad de computadoras posible. Esta solución es por demás ingenua y denota muy poca capacidad de mirada prospectiva.
Se requiere un nuevo paradigma educativo que pueda acompañar los nuevos paradigmas que surgen en las demás áreas de la sociedad. Otro paradigma que, superando las restricciones del actual, sea capaz tanto de saldar las deudas del pasado cuanto de dar respuestas más adecuadas a las necesidades del futuro.
Necesidad de un cambio de paradigma
Creo que esto es lo que está pasando en el campo de la educación. Las imágenes se nos aparecen claras porque expresan una típica mirada desde el pasado. Pero esta mirada no responde a las necesidades actuales -y menos a las futuras- de la educación. Frente a un mundo en el que el problema son los cambios de paradigma en todos los aspectos de la sociedad, las reformas educativas se esfuerzan por respetar el modelo clásico escolar introduciéndole nuevos elementos que, al no formar parte del modelo original, no tienen suficiente fuerza como para transformarlo.
Lo que se ha hecho habitualmente, y se está haciendo, es tratar de llevar a su máximo rendimiento el modelo de educación conocido en occidente a partir de los comienzos de la era moderna, sin tratar de encontrar una propuesta superadora.
Por esto las estrategias que se llevan a cabo no están siendo suficientes para dar respuestas diferentes para una sociedad que se perfila como diferente, ya que apuestan a mejorar este sistema educativo, nacido de las necesidades de la revolución francesa y de la revolución industrial, hoy superadas.
Es necesario situarse fuera de esta óptica, para plantearse un nuevo sistema educativo. Es necesario un cambio de paradigma.

3. De los saberes a las competencias

Las bases de un nuevo paradigma
El nuevo paradigma implica cambiar básicamente la ecuación conocimientoà docenteà alumno pasando de los saberes a las competencias. Esto solo será posible si tomamos conciencia, rediscutimos y redefinimos los ejes básicos que subyacen al actual modelo de educación (Aguerrondo, 1993).
Los elementos que definen la estructura básica del sistema educativo son de diferente orden, pero pueden distinguirse a partir de diferentes niveles de análisis un conjunto de principios vertebradores y estructurantes (formas soportantes) que rigen la organización de sus distintas instancias. (Matus, 1976)
Los varios ejes subyacentes funcionan como organizadores de la estructura básica de la educación, y determinan aspectos específicos de su organización. Estos principios vertebradores se agrupan en tres grandes niveles de análisis. Un primer nivel político-ideológico, un segundo nivel técnico-pedagógico, y un tercer nivel organizacional. Cada uno de ellos implica al otro. Es decir, el nivel político-ideológico, que es el que da el ‘sentido’ al sistema educativo, determina el campo de posibilidades del nivel técnico-pedagógico. A su vez, el técnico-pedagógico, que se refiere a las decisiones estrictamente ‘educativas’, determina qué forma debe tener la organización concreta de la educación.
Las definiciones que se asumen en estos tres niveles de análisis en una formación social determinada, definen un ‘paradigma’ educativo. Actualmente está en crisis el paradigma clásico de la educación o sea los acuerdos sociales básicos aceptados en la sociedad en relación con las definiciones implicadas en estos tres niveles.
Aunque existen elementos que permiten atisbar algunas redefiniciones, éstos no han crecido todavía lo suficiente ni están lo suficientemente sistematizados y organizados, como para plasmarse en decisiones que afecten medularmente a los sistemas educativos. Las decisiones se toman, todavía, desde las miradas retrospectivas del futuro. Frente a la crisis del paradigma clásico no se vislumbran respuestas alternativas. Son propuestas de ‘reforma’ y no de transformación estructural.
Quizás porque resulta demasiado extraña a nuestro léxico, al campo de la educación no ha llegado todavía la idea de ‘reingeniería’, es decir de volver a pensar una organización en todas sus dimensiones para que pueda cumplir mejor su función. En nuestro caso cumplir mejor la función sería dar educación de mejor calidad, a más cantidad de gente, con menores costos.


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